Cura, según lo definen los diccionarios, es una palabra latina que hace referencia al cuidado y solicitud; por tanto, el cura es el sacerdote que - por el oficio que ha recibido de parte de Dios, y confirmado por la ordenación sacerdotal de manos de un Obispo-, hace referencia al trabajo que se le encarga respecto a una feligresía determinada de cuidarle, instruirle y adoctrinarle espiritualmente en el camino de Dios. En resumen, la responsabilidad que libremente ha escogido para vivir su vocación como discípulo de Jesús.
Conceptualmente se diferencia de otros términos con que se nos designa habitualmente: sacerdote, que se asocia con lo cultual y lo relacionado al sacrificio, término acuñado en muchas civilizaciones para designar al hombre que estaba en contacto directo con lo divino, y los sacrificios, que era el modo de relacionarse con la divinidad; presbítero, que es una palabra griega con que se designa la ancianidad y los conceptos que las culturas antiguas asociaban a este término (sabiduría, experiencia de vida, etc.), y que es hoy por hoy el nombre con que formalmente se nos llama: si alguna vez escriben una carta a un cura, en el sobre escriban Señor Presbítero don ...(el nombre).
Parece que el término se utilizó mucho en la edad media, para hacer referencia a que el hombre de Dios era el que cuidaba, el que tenía la instancia de cuidar con cuidado y atención personal a los que lo necesitaban. El término se ha quedado con nosotros, y hoy es un modo coloquial de referirse a nosotros. Algunos lo hacen con respeto y cariño, al punto de llamarnos Señor Cura… otros utilizan el término para referirse a nosotros de modo despectivo e hiriente. Yo he visto las dos caras de esa moneda… alguna vez las contaré.
Otra cosa que percibo es que esta idea de cuidar, está muy relacionada con la idea de sanar también. Y eso lo veo especialmente en el tema de los sacramentos. Por el encargo recibido de la Iglesia, el cura tiene el poder de administrar válida y verdaderamente los sacramentos, que son vehículos de la gracia de Dios, y que por lo mismo, los asocio con la Vida que Dios quiere entregarnos.
Si pensamos por ejemplo, en el sacramento de la Unción de Enfermos - que el común de la gente lo asocia malamente con un enfermo a punto de partir a la otra vida-, en realidad el sacramento es para ayudar a fortalecer, y dar esperanzas en Dios, dar paz al alma, dar fuerzas espirituales al espíritu, o sea, hablar de Vida, nunca de muerte... Y ahí está el cura para poner esa luz de vida y esperanza a ese enfermo y la familia que le acompaña. Otro sacramento que lo asocio a la Vida muy claramente, es el de la Confesión… Uffff…. Ahí si que se nace de nuevo. Últimamente Dios me ha dado la gracia de encontrar a muchas personas a través de este sacramento que no se confesaban en décadas… 20, 30 y hasta 40 años… y que han vuelto a Dios a pedir perdón. Ellos mismos me han manifestado lo bien que se han sentido en el alma después de esas confesiones; los he visto en estos días, y realmente tienen otra cara, llena de Vida. Esto es un misterio para mí, pero así lo veo, y ellos me confirman lo que yo percibo.
Todos los sacramentos nos dan Vida, y el rol del cura, pienso que va mucho por esta línea. La responsabilidad que tengo, es pesada; a veces lo siento así, pero se que no solo es mía, que Dios me la ha confiado, y que Él me dará las fuerzas para sacarla adelante. ¿Qué más decir? Por el momento, no se… si tengo algo más que aportar, lo haré con el tiempo. Por el momento, aspiro sencillamente a haber respondido en parte la legítima curiosidad de mi tocayo, y la de aquellos que entren acá.