sábado, junio 17, 2006

Corpus Christi




Este fin de semana el mundo católico celebra la Solemnidad de Corpus Christi, la fiesta de Jesús en la Eucaristía, que es el milagro más grande que poseemos los que tenemos fe en el Señor. Quisiera compartir con ustedes mis reflexiones al respecto


Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
(Corpus Christi)
18-06-06

Lecturas:
Ex. 24, 3 – 8
Heb. 9, 11 – 15
Mc. 14, 12 – 16. 22 – 26

La Solemnidad del Corpus Christi se celebra este fin de semana en Chile y en muchos lugares, en donde se ha decidido destacar de un modo especial la presencia de Jesús en la Eucaristía. Nosotros queremos hacerlo, sabiendo que Jesús nos ofrece su misma vida para compartirla en su sacrificio por la humanidad.
Esta solemnidad apunta a dar culto público al Señor en el Sacramento de la Eucaristía, de adoración y gratitud por quedarse junto a nosotros a través de las apariencias de pan y vino. Se celebra el domingo siguiente a domingo de la Santísima Trinidad. Las lecturas nos ayudarán a encontrar el verdadero sentido de esta solemnidad.
La primera lectura, del libro del Exodo, nos relata la ceremonia con la que se ratifica la Alianza hecha entre Israel y Dios. Moisés le pregunta al pueblo si están dispuestos a dejar que el Señor sea su Dios; el pueblo responde que si, que ellos cumplirán todo lo que el Señor ha dicho: allí se sella la Alianza con la sangre de los animales sacrificados. La sangre en la Biblia, es símbolo de la vida, por ello, esta sangre es testigo de la alianza, de la comunión, del camino que juntos inician a partir de esta Alianza.
La carta a los Hebreos nos habla sobre el sacrificio de Cristo, de cómo la sangre de los sacrificios de animales no puede compararse con lo que ha hecho Jesucristo. Él y sólo Él ha hecho posible una Alianza eterna, que ya no necesitará ser renovada como la alianza que hizo Moisés con el pueblo, que leíamos en la primera lectura. Esta Alianza es eterna. Además, hace incapié en la idea de la purificación y limpieza que logra el sacrificio de Jesús; esta idea es importantísima, y siempre aparece en la liturgia de las celebraciones: Cristo, con su sangre nos ha limpiado y purificado.
El Evangelio de Marcos nos narra la Institución de la Eucaristía, la preparación de Jesús para su sacrificio, y la traición de uno de los que come con él. La celebración de la Pascua, que bien sabemos es el centro de las celebraciones judías, y la comida, constituída básicamente por el “cordero pascual”, casi no aparecen en este texto, siendo reemplazados por los gestos y palabras de Jesús que dan un nuevo sentido a esta cena. La Eucaristía, es el culmen de la vida de Jesús, una vida donada a favor de todos los hombres; por esto, la Eucaristía trasciende y nos trae algo más que la presencia del Señor: nos trae también un ejemplo culminado en el sacrificio, sacrificio que trae vida a quienes lo comen.
Sacrificio de Cristo, Alianza de Vida Eterna... ¿Cómo aterrizamos esta Palabra?

- Gratitud con el Señor: En esta Eucaristía el primer sentimiento que debemos tener es de gratitud para con el Señor Jesús por entregar su vida para que nosotros vivamos. En la Eucaristía, lo que celebramos es el hecho de que Jesús nos dice: Esto es mi Cuerpo, Esta es mi Sangre entregada por ustedes... Pudo habernos redimido de miles de formas; sin embargo escogió la forma más humana de entrega: la oblación, la entrega de su vida. Gratitud es una de las primeras cosas que debe aflorar hoy.
- El sentido del sacrificio: Esta es una de las notas de la Eucaristía, y es el rasgo que más se destaca este fin de semana en las lecturas. El diccionario de la Real Academia de la lengua española da al menos 8 definiciones de la palabra sacrificio. Tomo tres de ellas: 1.- Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación. 2.- Acto del sacerdote al ofrecer en la Misa el Cuerpo de Cristo bajo las especies de pan y vino en honor de su Eterno Padre. 3.- Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor. Las tres están presentes en la Eucaristía: ofrenda como expiación; acto de ofrecimiento del sacerdote en la Misa y acto de abnegación inspirado por el amor. El sacrificio de la Eucaristía debe llevarnos a encarnar nosotros estas tres realidades, especialmente la última, que es el gran fruto que debemos producir al celebrar la Misa.

Una última palabra, para quienes por diversos motivos, no pueden acercarse a la comunión sacramental. Y es de aliento y consuelo: su participación en la Misa, es importante, si bien es cierto, no pueden recibir la comunión sacramental por dicersos motivos, pueden recibir la Palabra y hacer comunión espiritual, que no es menor. Hoy, hay tantos que comulgan sin siquiera saber lo que reciben. Ustedes, que tienen conciencia de lo que es, y por lo mismo la valoran, atesoren eso en su corazón, y ayuden con su ofrecimiento para que quienes no saben lo que es la Comunión, a que tomen conciencia del mismo. Esta entrega de no poder acercarse a la comunión sacramental, no resta que puedan participar de otros modos, alimentándose por ejemplo, de la Palabra del Señor, acercándose a la Adoración de Jesús en el Sagrario, estando en comunión con él a través de la oración. Dios sabe su esfuerzo, y ciertamente, no quedará sin recompensa. No se sientan fuera de la Iglesia: ustedes, son esos miembros que necesitan de más apoyo, pero no por eso deben sentirse apartados del Señor y su Iglesia.
Celebremos entonces este domingo, con un corazón agradecido y contentos porque Dios se ha quedado con nosotros en la Misa. Hoy, cuando muchos no creen en esa presencia real del Señor en la Eucaristía, debemos poner mayor empeño en difundir su devoción, porque éste es el misterio central de nuestra fe, y el sacramento que nos da la vida eterna. Aprovechémoslo y vivámoslo. Amén.

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