miércoles, agosto 30, 2006

Hay que parar de vez en cuando

No siempre un sacerdote puede "tomarse" un par de días libres entre todo el ir y venir de las actividades que tenemos. Lo hice el fin de semana pasada, porque me fuí con un club de Tobi al norte de Chile: El fin de semana pasada fue el VIII Encuentro internacional de Madrugadores en Caldera y Copiapó; y me quedé dos días mas en la casa de un primo en Copiapó. Allí pude dormir tranquilo, caminar y conocer un poco de esta nortina ciudad. Me sentía extrañado de andar por las calles sin que casi nadie me reconociera (aunque no lo crean, me topé con mas de algún conocido), y me sirvió para darme cuenta de que descansar, es un privilegio, que pocos pueden disfrutar. ¿Necesitamos descansar los curas? Siiiiiiiii!!!! Yo, al menos, no lo dudo, es más, lo necesito. Personalmente, trato de hacerlo una vez a la semana, día en que voy a la casa de mis papás: allí junto con hablar con ellos, trato de salir a visitar a algún amigo, visitar a mis hermanos, o alguna actividad que me saque al menos por un día de mis actividades habituales. Defiendo ese día como si fuese el Die Domini... jajajaja. Es que es necesario, es mi cable a tierra, es mi espacio, es mi momento particular. Agradezco a los madrugadores que me brindaron un par de días libres, sin que ellos lo supieran. Gracias.

sábado, agosto 19, 2006

Ser sensatos al actuar

20º Domingo del tiempo ordinario
20.08.06

Lecturas

Prov. 9, 1 – 6
Sal. 33
Ef. 5, 15 – 20
Jn. 6, 51 – 59

Esta semana continuamos leyendo el Evangelio de Juan y su discurso del Pan de Vida, además leemos el texto de Proverbios, que quiere adentrarnos en la verdadera sabiduría para actuar, y Pablo, en la carta a los Efesios nos ha hablado de la sensatez de vida. Todas las lecturas quieren hacernos pensar en la forma cómo seguimos al Señor Jesús: Todo está dispuesto, la mesa está servida, sólo falta hacerse sabio y sensato, y seguir al Señor de la Vida.
El libro de los Proverbios, es un libro que trata sobre un conjunto de enigmas, sentencias, refranes y otros textos de corte sapiencial, recogidos de la sabiduría popular acumulada durante siglos. El libro en sí, tiene dos ejes centrales: el sensato, honrado / necio, malvado; entre estos espacios, el hombre busca su centro. El hombre sensato escucha la enseñanza de los mayores y sabios, mientras que el necio prefiere hacer oídos sordos. El texto que hoy tomamos, claramente está dirigido a los sensatos, pues habla de la sabiduría, que aparece en el texto incluso como con vida propia, que invita a quienes quieran tenerla, a que coman de ella, a que se alimenten, abandonando de ese modo la ingenuidad para escoger la inteligencia. ¿Quién no desea eso? Hoy, cuando nos cuesta tanto discernir las cosas buenas y correctas de aquellas que no nos hacen bien, es fundamental seguir estos consejos que se nos da en el libro de los Proverbios.
La segunda lectura, tomada de la carta de Pablo a los Efesios nos sigue hablando del mismo tema que la primera lectura: La sensatez y la necedad. La diferencia entre ambos, el mismo Pablo la da: el sensato sabe aprovechar bien el momento presente. El necio, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es el “ignorante y que no sabe lo que pedía o debía saber”. Sensato es el “prudente, cuerdo, de buen juicio”. La sensatez, Pablo la asocia con ser responsables, sabiendo discernir cuál es la voluntad de Dios. Invita por lo mismo a dejarse llenar por el Espíritu Santo, dando gracias (término eucarístico), recitando salmos, cantando y celebrando al Señor de todo corazón. Todos estos términos, nos darían para mucho, solo basta con echar mano a alguno de ellos.
El Evangelio de estos fines de semana, sigue siendo el capítulo 6 de San Juan. Hoy, está copado por un discurso de Jesús que habla sobre comer su Carne para tener Vida Eterna. Recordemos que estamos en ante un texto Eucarístico, que talvez encajaría mejor en el contexto de la última cena, pero Juan ha querido dejarlo acá, en un diálogo con los judíos como testimonio para reforzar el discurso del Pan de Vida que el Padre Dios nos da (Jesucristo). Ahora, San Juan, lo que hace en el Evangelio, es reforzar la idea de la pertenencia personal con Cristo; comer su carne y beber su sangre, le significa al discípulo participar de la Vida Eterna.

Aprendizaje de la Palabra:
- El hombre sensato, se alimenta del Señor: Una de las enseñanzas más claras que aparece en las lecturas de este fin de semana es esto. El hombre sensato se alimenta, busca, “sigue derecho por el camino de la inteligencia” (Prov.), busca “cuál es la voluntad del Señor” (Ef.), come y bebe del Señor, de la Eucaristía (Jn.). El sensato, sabe alimentarse correctamente del Banquete que el Señor le ofrece.
- El hombre sensato le “cree” al Señor: Puede parecer obvio lo que estoy diciendo, pero no siempre es así. Proverbios ya nos advierte sobre la posibilidad de no creerle a Dios, de no actuar inteligentemente. Hay que pedir ese don al Señor, no ser necio en ese aspecto. Nuestras conductas pueden hacernos ser necios, como parece ocurría en la comunidad de Efeso a la que pablo les advierte sobre ese punto. Los judíos se cuestionan, y no le creen a Jesús. No caigamos nosotros tampoco en esa insensatez.

Pidamos a Dios sensatez para actuar correctamente y encontrar la voluntad del Señor en nuestra vida. Amén.

jueves, agosto 17, 2006

2 meses de LA VIDA

Ayer este blog cumplió 2 meses, y creo que algo he podido hacer; no todo ha salido como lo esperaba, pero de a poco he podido arreglar este blog para hacerlo más atractivo a quienes pasan a visitarme. Algunos post han tenido buena acogida (los comentarios que me dejan y lo que me dice la gente, me sirve para tenerlo como parámetro), como los de Biblia, el de la muerte, el de la vida de un cura... ¿Y de qué mas hablo? Publico las homilías que preparo todos los fines de semana (que casi no reciben comentarios), he publicado cosas que me hacen feliz, una súplica de paz. Hay de todo un poco.
No siempre tengo tiempo para escribir, ni tampoco soy tan ingenioso para hacerlo. Soy más bien corto de palabras, y bien lo saben los que me conocen. Hago mi mejor esfuerzo. ¿De qué les gustaría que posteara en este blog, dedicado a hablar sobre la vida? Espero respuestas. Trataré de ser fiel a sus propuestas. Bendiciones

lunes, agosto 14, 2006

La exaltación de nuestra realidad futura

Asunción de la Virgen María
15. 08. 06

Lecturas
Apoc. 11, 19 a.; 12, 1-6 a. 10
Sal. 44
1 Cor. 15, 20-27 a.
Lc. 1, 39-56

El día de hoy, la Iglesia nos invita a celebrar la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María al cielo, en cuerpo y alma. Es la fiesta que nos lleva a contemplar ya la alegría a la que estamos llamados también nosotros. María, una mujer en la que Dios ha puesto sus ojos para una misión particular y singular, es quien nos anticipa nuestra futura glorificación junto al Señor. La tradición de la Iglesia desde muy antiguo creyó que la Virgen, preservada de todo pecado, fue llevada al cielo, por una gracia especialísima en vista de su rol en la historia de la salvación; en ella, la Iglesia entera se alegra por este glorioso destino en el que nos precede.
¿Y qué es lo que nos dicen las lecturas? Veamos:
En el libro del Apocalipsis, se nos narra, con muchos simbolismos la vida del pueblo de Dios, representada por una mujer, la que debe escapar de un furioso dragón, que no cesa de perseguirla para devorar al hijo que da a luz. En ella, se ve la lucha entre quienes formaban las primeras comunidades, y la huida de los gobernantes, que les perseguían hasta aniquilarles. La tradición de la Iglesia, consciente de esta lectura en su contexto, también atribuyeron estos textos a la presencia de una mujer (María), su Hijo (Jesús), y un dragón (demonio), los que están en lucha mientras se abren en el cielo el Arca de la Alianza con Dios. Es en el triunfo, salvación, poder y reinado de este Señor que nace en donde ven su futuro. El gran signo para el pueblo, es esta mujer revestida de sol, con la luna bajo sus pies y coronada de doce estrellas: en ella, en su futuro, en su descendencia el pueblo ve la salvación. Hoy, nosotros seguimos atentos a este signo: una mujer que nos entrega a su Hijo como Señor del Universo; nosotros somos ese signo, esa mujer que lucha por dar a luz al Salvador, cuidando de que crezca en el corazón de todo el pueblo de Dios. Esta lectura, llena de esperanza, es para nosotros lectura de nuestra historia, que a la luz del triunfo de María y su descendencia divina sobre el mal, nos abre un horizonte lleno de gozo.
En la segunda lectura, tomada de la 1ª carta de Pablo a los Corintios, se nos habla de la resurrección de Cristo, y nos enseña que Él es el primer resucitado. Quienes quieran vivir la misma vida del Resucitado, deben estar unidos a Él al momento de su venida. Para eso, debemos estar atentos, esperando a que Cristo someta bajo su reinado a todos sus enemigos. Este momento, anticipado por una gracia especial, la Virgen Madre ya lo vive: ella está en el cielo viviendo la vida del Resucitado, anticipando nuestra vida si somos fieles a su Hijo. Ella aparece, desde esta óptica de la Resurrección, como un anticipo de nuestra vida futura junto a Dios por toda la eternidad.
En el Evangelio, Lucas nos ofrece un encuentro entre María e Isabel, dos mujeres que, entregadas a la voluntad de Dios, alaban juntas las grandezas que Dios ha hecho en sus vidas. En el fluido diálogo de alabanza, Isabel proclama feliz a María por haber creído que se cumpliría lo anunciado por el Señor, y María prorrumpe en este cántico, en la que resume toda la historia de Israel, la salvación de la que ha sido objeto, y de la grandeza de Dios ofrecida a quienes se han hecho pobres. En este cántico podemos encontrar una enseñanza muy profunda: quienes se reconocen pequeños y humildes frente al Señor, éste les muestra su misericordia, engrandeciéndolos y glorificándolos. María sin duda, haciendo vida este cántico, ha visto realizadas estas gracias.
Con estos elementos, ¿qué diremos hoy con respecto a las enseñanzas del Señor?
- En María, nosotros, pueblo de Dios, anticipamos nuestra futura salvación: Al leer el Apocalipsis, nosotros podemos sumarnos a la alegría del triunfo de María y su Hijo, nuestro Salvador, que vence al mal. Nosotros, al contemplar este triunfo, anticipamos nuestra futura vida con el Señor. Cuando miramos a María, podemos “soñar” con esa realidad, con esa salvación que se nos ofrece. Ella es la criatura que ha participado activamente en el hecho que la Alianza se hiciera evidente con el nacimiento del Hijo, que vence al mal; ella es la mujer que, luego de la persecución brilla coronada de estrellas. En María, Dios cumple las promesas que el pueblo de Dios ha esperado desde antiguo: su salvación.
- La Resurrección como primer signo de la salvación del Señor: Pablo nos enseña que los discípulos del Señor, resucitaremos al igual que Él. Nosotros, en María reconocemos esta vida junto al Señor. La Resurrección, es la realidad más profunda y a la vez misteriosa que Dios nos llama a vivir. Al contemplar a María en su Asunción al cielo, tenemos la certeza de que ella nos espera para estar eternamente junto a su Hijo.
- María como triunfo de los humildes: En el Evangelio aprendimos hoy que Dios premia a quienes se reconocen pequeños y humildes ante el Señor; en ese contexto, María nos aventaja por su extraordinaria disposición abierta absolutamente a la voluntad de Dios. Ella se reconoce pequeña, y es eso lo que logra hacer de su disposición la actitud correcta para alcanzar la misericordia del Señor. Nosotros estamos llamados a vivir con esa misma humildad; Dios nos regala a María para que nos fijemos en sus actitudes, en su vida, en su entrega al Señor para, de ese modo, vivir junto a Dios.

Hoy, el Señor nos invita a contemplar a esta humilde mujer, engrandecida por su pequeñez, que Dios nos la deja como Madre, y sobre todo, como ejemplo de vida junto a la voluntad de Señor, seguro de que cada vez que cumplimos su voluntad, estamos acercándonos más a la vida que nos quiere ofrecer: una vida glorificada junto a Él por toda la eternidad.
Nosotros hoy como Iglesia queremos hacer nuestra toda la Alabanza de María a Dios, por todo lo realizado en ella; dar gracias por poder alcanzar la gracia de la salvación; poner nuestro mejor esfuerzo para alcanzar la salvación eterna. Es en María en donde toda la humanidad alcanza su grado último de purificación y de perfección a la que estamos llamados a vivir. María es, como nos enseña el concilio Vaticano II, modelo y principio de la humanidad, que espera para ser glorificada. Amén.

domingo, agosto 13, 2006

Vida de un cura

Esta noche, cuando ya ha pasado la media noche quisiera contarles cómo es un día en la vida de un cura de parroquia. Debo aclarar que no todos los días son así, pero a veces tocan días muy pesados. Les cuento algo del sábado que hace 10 minutos quedó atrás.
Mi día se inició a eso de las 6 y 10 de la mañana: como era sábado, estaba invitado a la comunidad de madrugadores de Los Pinos (Ya les he contado algo de ellos); allí celebramos la Misa a las 7 de la mañana, al aire libre, compartimos la Palabra de Dios y comulgamos el Cuerpo de Cristo. Es bonito comenzar el día con la Eucaristía, eso te aclara la cabeza, te ayuda a ordenar el día, sientes que partes de un modo distinto. Habitualmente el día de un cura comienza con la oración de Laudes, así es que partir con Misa, es genial. Luego de un desayuno, me vinieron a dejar a la parroquia a mi y al seminarista que me acompaño.
Rápidamente, tomé el bolso y salí hacia Valparaiso, tenía en la casa de la Pastoral Juvenil una jornada sobre discipulado que dictaba el ISPAJ: Estuvo bueno, se nos dieron algunos criterios que pretendo ponerlos por escrito para trabajarlos con los jóvenes, que siempre son desafío para mi. Quisiera tener muchas veces más tiempo y receptividad con ellos para trabajar, algo hago, pero siempre creo que es poco. Allí estuve hasta la una de la tarde; en la micro, aproveche de rezar (en la mañana), por lo que en la vuelta a Concón, me vine escuchando algo de música... ¿que tipo? De todo un poco, desde radios de música del recuerdo, pasando por radios de música latina, hasta radios de corte juvenil, para saber qué es lo que escuchan los jóvenes.
Almorcé pasadas las 2 de la tarde, me vine al computador a terminar la homilía que había iniciado en la semana. Preparar la homilía demanda tiempo, al menos para mi, que me cuesta predicar. Para prepararla, me encomiendo al Espíritu Santo, leo los textos, leo algún comentario y escribo. Además de escribirla, la mando a muchas personas por correo electrónico y la subo a este blog... según queda consignado en el blog, hoy la subí a las 3 y 17 de la tarde. Ya tenía a esa hora en la cabeza una bendición de una pareja que querían bendecir sus argollas y una Misa con los jóvenes de Confirmación a las 5 de la tarde.
Imprimí la homilía, a las 4 de la tarde, ya estaba con los monitores preparando el lugar para la Misa, y cerca de las 5 hice la bendicion de argollas. Pasadas las 5 comenzó la Eucaristía con los muchachos; muchos de ellos se muestran distantes, o indiferentes. Tratamos de hacerla muy pedagógicamente, explicando lo que hacíamos, comentando entre todos las lecturas, pero ellos, siempre se muestran tímidos... ¿Qué quieren hoy los jóvenes?, ¿Que buscan?, ¿Qué les pasa por su cabeza?... me lo pregunto, y aún no tengo respuestas. La Misa terminó pasadas las 7 de la tarde.
Ya tenía encima la Misa en la sede parroquial, a las 7 y media de la tarde, por lo que me fuí a la sacristía a esperar la hora. Allí pude rezar un breve instante antes de la Misa, la que terminé a las 8 y media. Confesé un rato, a las 9 cené con los otros curas mientras llegaban los seminaristas que estaban en sus comunidades. Cerca de las 10 salí a caminar con uno de los seminaristas: esto para mi es necesario, increiblemente me relaja y me sirve para profundizar en la relación con los seminaristas que hacen su año pastoral en esta parroquia.
Pasadas las 11 llegamos, me senté a actualizar otro blog que tengo... (es de tenis) y pensé en escribir esto... no quise molestar a nadie con este post, solo contar lo que hacemos los curas. Ahora, me iré a acostar, a rezar las últimas oraciones del día porque mañana hay que levantarse a celebrar el Dia del Señor. Bendiciones a todos.
Hasta la próxima...

sábado, agosto 12, 2006

Pan de Vida Eterna

Domingo 19º del tiempo ordinario
13.08.06

Lecturas
1 Re. 19,1 – 8
Sal. 33
Ef. 4, 30 – 5, 2
Jn. 6, 41 – 51

Este fin de semana retomamos el Evangelio de Juan iniciado hace 15 días, para escuchar a Cristo que se nos muestra como Pan de Vida y quien tiene poder para dar la Vida Eterna. Escucharemos cómo Elías se alimenta de pan en el desierto para retomar fuerzas, como logra sobreponerse a la persecución y fortalecerse en el desierto para caminar. Pablo nos dará consejos muy claros respecto al trato con los demás.
La primera lectura, tomada del primer libro de los Reyes, nos narra la huida del profeta Elías al monte Horeb luego de que la reina Jezabel, quien defendía a un grupo de profetas que Elías había desenmascarado y acabado con ellos, le perseguía. Acá vemos al un Elías temeroso y huyendo de la mano de la reina, que le busca para matarlo; el profeta se muestra abatido: “¡Basta ya Señor!, ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!” Se acuesta y duerme. Es entonces cuando Dios se le manifiesta y le alimenta con pan y agua en el camino. Este pan y esa agua, le devuelven la vida al profeta abatido y deprimido. Es un signo de Dios para que se levante y camine, porque aún le queda mucho por andar. Así lo hizo el profeta y se fortaleció con ese alimento.
La segunda lectura de Pablo a los Efesios, nos habla de las cualidades del hombre nuevo, del hombre según el Espíritu de Dios. Se nos plantea una necesaria revisión de vida. El cristiano debe hacerla habitualmente, pero con mayor razón por el hecho de que tenemos el Espíritu de Dios en nuestra vida, que hemos recibido en el bautismo, que nos ha hecho nuevas criaturas. Las actitudes que acá se describen, van de la mano de acciones que no siempre están de acuerdo con ese Espíritu, aunque también nos da luces respecto de las actitudes que si debemos cultivar. El texto en si, no necesita más luz que la que ya tiene, se explica prácticamente solo.
El Evangelio de Juan (que tomaremos estas semanas) nos habla sobre el discurso del Pan de Vida, en que Jesús hablando a la multitud se les muestra como el Pan bajado del cielo. Las murmuraciones sobre su persona, comienzan inmediatamente, es por ello que Jesús les revela su identidad: Él no será como Moisés que les dio pan en el desierto, sino que Él mismo será el alimento que necesitan; Él será quien de la vida a quienes le coman. La necesidad de alimentarnos, es fundamental, y el discípulo debe descubrir esa necesidad: Está relacionada con la Vida Eterna.

Aprendizaje de la Palabra:
- Jesús es el Pan de Vida: La lectura del Evangelio es clarísima; el cristiano debe alimentarse con el Pan de Vida, que es Cristo. Cuando comulgamos, nos alimentamos más con el mismo Pan del cielo, con el Pan de Vida Eterna. Mantener una comunión con el Señor pasa por comulgar su Cuerpo, con la conciencia clara de que estamos recibiendo el Pan de Vida. Elías, como prefigurando lo que es la Eucaristía, se alimentó del pan que Dios le mandó desde el cielo, y pudo recobrar fuerzas para continuar adelante.
- El Espíritu de Dios nos libra del hombre viejo: San Pablo nos abre la puerta para mirar nuestra conciencia, nuestras acciones y actos que nos hacen criaturas libres a través del Espíritu Santo. El amor es la norma que prima ahora en las relaciones con los demás; manteniendo el perdón, la bondad y la compasión con todo el mundo.

Pidamos este fin de semana tener la gracia de alimentarnos sacramentalmente con el Pan de Vida, y que de ese modo andemos por caminos de santidad. Amén.

martes, agosto 08, 2006

Santo Domingo de Guzmán

Hoy en la mañana celebraba Misa en una comunidad de Dominicas de la Presentación que están en Concón y, por supuesto, no me sentía yo en posición de hablarles sobre Santo Domingo, por lo que les pedí en Misa que me contaran su relación con el santo, cómo se habían encontrado con él, etc. Ellas me contaban distintas cosas, desde que casi no lo conocían hasta entrar a la Congregación, hasta anécdotas, cómo lo admiraban por su entrega en la oración, su predicación, su búsqueda de la verdad y la justicia... realmente es un hombre admirable. Yo les contaba que admiraba la vida religiosa, pero que no creo tener esa vocación, la admiro mucho y la respeto. Siento que su entrega es más radical que la de un cura diocesano. La vida de los santos, siempre es heróica, y por ello se les santifica en la Iglesia, por su vivencia heróica de las virtudes cristianas; y Santo Domingo hizo cosas increibles por lograr la conversión de Cátaros en su época, lo desprendido y radical que era con sus hermanos... el enviarlos a fundar de dos en dos, el recorrer Francia, el entablar diálogos teológicos en tabernas, el casi no dormir por las noches pasando en oración en la capilla, el no tener dormitorio... increible. La santidad hoy es posible; pensaba en qué habría hecho Domingo hoy para dar a conocer la verdad, cuando las cosas son tan relativas para el mundo actual y la verdad se topa con ese parámetro.
Hasta el proximo post.

domingo, agosto 06, 2006

La Vida, un don a cuidar siempre

La revista "Iglesia de Santiago" acaba de sacar un número especial para hablarnos sobre un tema que se nos viene en la legislación chilena: discutir sobre la eutanasia. El documento, que pueden leerlo pinchando en este blog en el sitio "Iglesia en Chile", pretende aportar reflexiones acerca del valor inestimable de la vida, dejando claro que como discípulos de Jesucristo, el católico debe defender y proteger la existencia humana desde su concepción hasta su muerte natural. Hay excelentes reflexiones e informes, preparado por profesionales y religiosos, que con una mirada evangélica y pastoral nos quieren informar sobre un tema tremendamente sensible y actual en nuestro mundo actual. Léanlo, se puede pinchar y leer con calma por partes.

jueves, agosto 03, 2006

Transfiguración del Señor

Este fin de semana la liturgia de la Iglesia nos invita a celebrar esta fiesta. Acá puedes encontrar una breve homilía respecto a la celebración.

Transfiguración del Señor
06.08.06

Lecturas
Dan. 7, 9 – 10.13 – 14
Sal. 96
2 Pe. 1, 16 – 19
Mc. 9, 2 – 10

Este fin de semana, la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor, o sea, el hecho de que Cristo se muestra glorioso en la cima de un monte, a tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan), anticipándoles de ese modo lo que ocurriría después del período de Pasión y Muerte. Es una fiesta importante, porque sirve para alimentar la fe de los discípulos y ayudarles a mantener viva la esperanza hasta “la resurrección de los muertos”.
Las lecturas de hoy, pretenden darnos testimonio de lo que han vivido estos discípulos, e incluso Pedro nos cuenta ese instante en la segunda lectura. La primera quiere mostrarnos una visión, que seguramente se acerca enormemente al día en que ocurra la Resurrección de los muertos. Miremos las lecturas.
La primera lectura, tomada del libro de Daniel, nos habla de una de las visiones de Daniel, un joven, que tiene la capacidad de ver en éxtasis y sueños los secretos que Dios le revela; entre ellos, el que hoy leemos, que es una visión sobre el tiempo final. Acá se nos describe de forma majestuosa a la creación entera consternada ante la llegada del Hijo del Hombre, del Cristo. “Miles de millares le servían”, dice el texto, reflejando de ese modo el poder recibido, que ha sido arrebatado a las fieras.
La segunda lectura nos narra lo que ocurrió el día de la transfiguración, lo que Pedro recuerda, especialmente lo relacionado con la venida del Señor Jesús, a quien ellos escucharon cómo el Padre del cielo confirmaba como “mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección”… Se trata de un testimonio ocular de alguien que acompañó al Señor a ese privilegiado lugar, pero que fue capaz de salir del asombro, para predicarle y darle a conocer mas tarde. Así, pedro reconoce que se ve confirmado en Cristo las promesas de los profetas y hombres de fe, que esperaron ese minuto, porque el guardar y comprender ese minuto, será una lámpara en la oscuridad hasta que Cristo vuelva en gloria y majestad.
El Evangelio, nos relata con más detalles lo que vivieron los tres discípulos que acompañaron a Jesús a la montaña de la transfiguración; este cuadro, está lleno de detalles para confirmar que Jesús es el Cristo que espera el pueblo de Israel: La aparición de Elías (el profeta por excelencia) y Moisés (el hombre que comunica la Ley de Dios al pueblo) son quienes confirman que Jesús es el Mesías (Cristo); el cambio en el color de la ropa de Jesús (signo de gloria); las palabras del cielo, del Padre (“Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”). Es una luz en medio del camino del discípulo, hacia donde se les invita a mirar a tres de ellos como testigos privilegiados, pero en la cual no deben quedarse, sino que deben levantarse y dar testimonio de Jesús, de escucharle, de acuerdo a las palabras del Padre y mostrar primero a un Mesías sufriente. La prohibición de callar, se hace extensiva hasta la Resurrección de Jesús, porque sólo allí todas las cosas tendrán sentido y explicación, a la luz de la experiencia pascual.

Aprendizaje de la Palabra:
- La Transfiguración del Señor, es el anticipo de la vida futura: Hoy, nosotros hemos sido testigos de una parte importante de la vida de los discípulos junto al Señor: Le hemos visto Resucitado y victorioso; cada Eucaristía tiene algo de escatológico (Las cosas que vendrán) y somos testigos privilegiados de que Jesús es el Mesías que esperamos. ¿Por qué no le vemos glorioso siempre? Porque aún no estamos plenamente frente al Señor en el cielo, estamos aún en el monte en donde se transfigura. La Eucaristía es como una transfiguración, y cada semana podemos ver al Señor glorioso. No tenemos que tener temor, como Pedro en el Evangelio, ni dejarnos llevar por la impresión del momento. Debemos escuchar al Señor, seguirlo a donde vaya, caminar tras sus huellas. La gloria, y las tiendas ya llegarán, mientras tanto, debemos preocuparnos por iluminar nuestras existencias con la presencia y resplandor del Señor glorioso.
- Tiempo de preparar nuestra propia transfiguración: El tiempo que vivimos hoy es el tiempo de la Iglesia, nuestro tiempo, que se nos da para preparar el momento de nuestra propia transfiguración junto al Señor. Hoy hemos leído en la primera lectura una escena fascinante del día en que Cristo volverá glorioso, una escena del cielo. Tenemos el testimonio de Pedro, de primera fuente que nos habla sobre la transfiguración del Señor… Debemos hacer lo necesario para que nuestros tiempos, sean los que Dios sueña y quiere. Todos los tiempos son de Dios, pero con mayor razón nuestro propio tiempo, en que esperamos la redención de cada uno de los miembros de la Iglesia.
- La Transfiguración nos trae esperanzas: Una nota fuerte en las lecturas de esta semana que no sale en ninguna parte, pero que se avista a la primera lectura, es la cuota de esperanza que pone en nuestra vida. Cada vez que celebramos la Transfiguración del Señor, debemos saber que celebramos nuestra propia transfiguración, y eso debe alentarnos para seguir en el camino.

Agradezcamos al Señor en este fin de semana poder acercarnos a su Transfiguración, y vislumbrar de ese modo nuestro propio futuro junto a Él; así también, preparemos ese momento en que seamos transfigurados con el Señor. Amén.

miércoles, agosto 02, 2006

La muerte, comienzo de la Vida


He decidido escribir este post, porque mucha gente, cuando me toca presidir algún funeral, me han dicho... padre, qué lindo lo que dijo... ¿y qué es lo que digo? Muchas cosas, la verdad es que trato de dar esperanzas y fe en esos instantes en que hablar de vida, cuesta demasiado. La muerte es una experiencia límite, que nos lleva a pensar sobre el sentido de esta vida. Trataré de resumir brevemente algunas de las ideas que desarrollo durante la homilía:

  1. La muerte, es una experiencia que hace aflorar en nuestro corazón muchos sentimientos que no son coordenados ni mandados por lógica alguna. No hay que sentirse mal por sentirlos, son simplemente sentimientos, y ellos en sí, no tienen calificativo moral, ni buenos ni malos.
  2. Frente a la muerte, hay distintas visiones: para algunos simplemente es el fin de la vida, y todo termina allí, dentro de un ataud. Para los que tenemos fe, la muerte es un paso más en nuestra existencia; es el minuto del encuentro con Dios, nuestro padre, y por lo mismo, no debemos tener miedo a la muerte. La existencia no se acaba con la muerte, sino que se transforma.
  3. No tenemos cultura de hablar sobre la muerte, nadie nos habla de ella, nadie nos enseña a preparar ese minuto tan íntimo, tan importante, tan fuerte. Debemos enseñar a los pequeños que la muerte, es parte de la vida; de hecho, es una de las pocas certezas que tenemos acá en la tierra.
  4. La muerte es el minuto del encuentro con Dios: De Él somos, Él nos creo, por tanto, a Él volvemos una vez que se acaba la vida terrenal. La vida es de Dios, Él la da, y Él la reclama cuando nos quiere a su lado.
  5. Debemos tener la certeza de que Dios nos tiene preparado un lugar cuando nos llame: Lo importante, es que cada uno de nosotros se prepare para ese momento. Acá en la tierra tenemos la oportunidad irrepetible de ser mejores y tratar de llevar una vida de acuerdo con el querer de Dios

Yo, personalmente creo no tenerle miedo a la muerte, porque tengo la certeza de que el Señor me quiere para si, aunque debo luchar por conquistar un espacio en el paraiso, y tratar de que mis hermanos en la fe puedan llegar a él tambien. Espero que este post te sirva para pensar en la muerte, para no tenerle miedo, para pensar que es el minuto del cara a cara con el Señor, para saber que cuando llegue ese instante, nunca más sentiremos miedo, pena, cansancio: descansaremos eternamente en Dios, le alabaremos sin fin, le amaremos y conoceremos como Él nos conoce y nos ama. Cuidense, y denle gracias a Dios por poder prerarar ese instante.