Transfiguración del Señor
06.08.06
Lecturas
Dan. 7, 9 – 10.13 – 14
Sal. 96
2 Pe. 1, 16 – 19
Mc. 9, 2 – 10
Este fin de semana, la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor, o sea, el hecho de que Cristo se muestra glorioso en la cima de un monte, a tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan), anticipándoles de ese modo lo que ocurriría después del período de Pasión y Muerte. Es una fiesta importante, porque sirve para alimentar la fe de los discípulos y ayudarles a mantener viva la esperanza hasta “la resurrección de los muertos”.
Las lecturas de hoy, pretenden darnos testimonio de lo que han vivido estos discípulos, e incluso Pedro nos cuenta ese instante en la segunda lectura. La primera quiere mostrarnos una visión, que seguramente se acerca enormemente al día en que ocurra la Resurrección de los muertos. Miremos las lecturas.
La primera lectura, tomada del libro de Daniel, nos habla de una de las visiones de Daniel, un joven, que tiene la capacidad de ver en éxtasis y sueños los secretos que Dios le revela; entre ellos, el que hoy leemos, que es una visión sobre el tiempo final. Acá se nos describe de forma majestuosa a la creación entera consternada ante la llegada del Hijo del Hombre, del Cristo. “Miles de millares le servían”, dice el texto, reflejando de ese modo el poder recibido, que ha sido arrebatado a las fieras.
La segunda lectura nos narra lo que ocurrió el día de la transfiguración, lo que Pedro recuerda, especialmente lo relacionado con la venida del Señor Jesús, a quien ellos escucharon cómo el Padre del cielo confirmaba como “mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección”… Se trata de un testimonio ocular de alguien que acompañó al Señor a ese privilegiado lugar, pero que fue capaz de salir del asombro, para predicarle y darle a conocer mas tarde. Así, pedro reconoce que se ve confirmado en Cristo las promesas de los profetas y hombres de fe, que esperaron ese minuto, porque el guardar y comprender ese minuto, será una lámpara en la oscuridad hasta que Cristo vuelva en gloria y majestad.
El Evangelio, nos relata con más detalles lo que vivieron los tres discípulos que acompañaron a Jesús a la montaña de la transfiguración; este cuadro, está lleno de detalles para confirmar que Jesús es el Cristo que espera el pueblo de Israel: La aparición de Elías (el profeta por excelencia) y Moisés (el hombre que comunica la Ley de Dios al pueblo) son quienes confirman que Jesús es el Mesías (Cristo); el cambio en el color de la ropa de Jesús (signo de gloria); las palabras del cielo, del Padre (“Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”). Es una luz en medio del camino del discípulo, hacia donde se les invita a mirar a tres de ellos como testigos privilegiados, pero en la cual no deben quedarse, sino que deben levantarse y dar testimonio de Jesús, de escucharle, de acuerdo a las palabras del Padre y mostrar primero a un Mesías sufriente. La prohibición de callar, se hace extensiva hasta la Resurrección de Jesús, porque sólo allí todas las cosas tendrán sentido y explicación, a la luz de la experiencia pascual.
Aprendizaje de la Palabra:
- La Transfiguración del Señor, es el anticipo de la vida futura: Hoy, nosotros hemos sido testigos de una parte importante de la vida de los discípulos junto al Señor: Le hemos visto Resucitado y victorioso; cada Eucaristía tiene algo de escatológico (Las cosas que vendrán) y somos testigos privilegiados de que Jesús es el Mesías que esperamos. ¿Por qué no le vemos glorioso siempre? Porque aún no estamos plenamente frente al Señor en el cielo, estamos aún en el monte en donde se transfigura. La Eucaristía es como una transfiguración, y cada semana podemos ver al Señor glorioso. No tenemos que tener temor, como Pedro en el Evangelio, ni dejarnos llevar por la impresión del momento. Debemos escuchar al Señor, seguirlo a donde vaya, caminar tras sus huellas. La gloria, y las tiendas ya llegarán, mientras tanto, debemos preocuparnos por iluminar nuestras existencias con la presencia y resplandor del Señor glorioso.
- Tiempo de preparar nuestra propia transfiguración: El tiempo que vivimos hoy es el tiempo de la Iglesia, nuestro tiempo, que se nos da para preparar el momento de nuestra propia transfiguración junto al Señor. Hoy hemos leído en la primera lectura una escena fascinante del día en que Cristo volverá glorioso, una escena del cielo. Tenemos el testimonio de Pedro, de primera fuente que nos habla sobre la transfiguración del Señor… Debemos hacer lo necesario para que nuestros tiempos, sean los que Dios sueña y quiere. Todos los tiempos son de Dios, pero con mayor razón nuestro propio tiempo, en que esperamos la redención de cada uno de los miembros de la Iglesia.
- La Transfiguración nos trae esperanzas: Una nota fuerte en las lecturas de esta semana que no sale en ninguna parte, pero que se avista a la primera lectura, es la cuota de esperanza que pone en nuestra vida. Cada vez que celebramos la Transfiguración del Señor, debemos saber que celebramos nuestra propia transfiguración, y eso debe alentarnos para seguir en el camino.
Agradezcamos al Señor en este fin de semana poder acercarnos a su Transfiguración, y vislumbrar de ese modo nuestro propio futuro junto a Él; así también, preparemos ese momento en que seamos transfigurados con el Señor. Amén.
06.08.06
Lecturas
Dan. 7, 9 – 10.13 – 14
Sal. 96
2 Pe. 1, 16 – 19
Mc. 9, 2 – 10
Este fin de semana, la liturgia de la Iglesia celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor, o sea, el hecho de que Cristo se muestra glorioso en la cima de un monte, a tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan), anticipándoles de ese modo lo que ocurriría después del período de Pasión y Muerte. Es una fiesta importante, porque sirve para alimentar la fe de los discípulos y ayudarles a mantener viva la esperanza hasta “la resurrección de los muertos”.
Las lecturas de hoy, pretenden darnos testimonio de lo que han vivido estos discípulos, e incluso Pedro nos cuenta ese instante en la segunda lectura. La primera quiere mostrarnos una visión, que seguramente se acerca enormemente al día en que ocurra la Resurrección de los muertos. Miremos las lecturas.
La primera lectura, tomada del libro de Daniel, nos habla de una de las visiones de Daniel, un joven, que tiene la capacidad de ver en éxtasis y sueños los secretos que Dios le revela; entre ellos, el que hoy leemos, que es una visión sobre el tiempo final. Acá se nos describe de forma majestuosa a la creación entera consternada ante la llegada del Hijo del Hombre, del Cristo. “Miles de millares le servían”, dice el texto, reflejando de ese modo el poder recibido, que ha sido arrebatado a las fieras.
La segunda lectura nos narra lo que ocurrió el día de la transfiguración, lo que Pedro recuerda, especialmente lo relacionado con la venida del Señor Jesús, a quien ellos escucharon cómo el Padre del cielo confirmaba como “mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección”… Se trata de un testimonio ocular de alguien que acompañó al Señor a ese privilegiado lugar, pero que fue capaz de salir del asombro, para predicarle y darle a conocer mas tarde. Así, pedro reconoce que se ve confirmado en Cristo las promesas de los profetas y hombres de fe, que esperaron ese minuto, porque el guardar y comprender ese minuto, será una lámpara en la oscuridad hasta que Cristo vuelva en gloria y majestad.
El Evangelio, nos relata con más detalles lo que vivieron los tres discípulos que acompañaron a Jesús a la montaña de la transfiguración; este cuadro, está lleno de detalles para confirmar que Jesús es el Cristo que espera el pueblo de Israel: La aparición de Elías (el profeta por excelencia) y Moisés (el hombre que comunica la Ley de Dios al pueblo) son quienes confirman que Jesús es el Mesías (Cristo); el cambio en el color de la ropa de Jesús (signo de gloria); las palabras del cielo, del Padre (“Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”). Es una luz en medio del camino del discípulo, hacia donde se les invita a mirar a tres de ellos como testigos privilegiados, pero en la cual no deben quedarse, sino que deben levantarse y dar testimonio de Jesús, de escucharle, de acuerdo a las palabras del Padre y mostrar primero a un Mesías sufriente. La prohibición de callar, se hace extensiva hasta la Resurrección de Jesús, porque sólo allí todas las cosas tendrán sentido y explicación, a la luz de la experiencia pascual.
Aprendizaje de la Palabra:
- La Transfiguración del Señor, es el anticipo de la vida futura: Hoy, nosotros hemos sido testigos de una parte importante de la vida de los discípulos junto al Señor: Le hemos visto Resucitado y victorioso; cada Eucaristía tiene algo de escatológico (Las cosas que vendrán) y somos testigos privilegiados de que Jesús es el Mesías que esperamos. ¿Por qué no le vemos glorioso siempre? Porque aún no estamos plenamente frente al Señor en el cielo, estamos aún en el monte en donde se transfigura. La Eucaristía es como una transfiguración, y cada semana podemos ver al Señor glorioso. No tenemos que tener temor, como Pedro en el Evangelio, ni dejarnos llevar por la impresión del momento. Debemos escuchar al Señor, seguirlo a donde vaya, caminar tras sus huellas. La gloria, y las tiendas ya llegarán, mientras tanto, debemos preocuparnos por iluminar nuestras existencias con la presencia y resplandor del Señor glorioso.
- Tiempo de preparar nuestra propia transfiguración: El tiempo que vivimos hoy es el tiempo de la Iglesia, nuestro tiempo, que se nos da para preparar el momento de nuestra propia transfiguración junto al Señor. Hoy hemos leído en la primera lectura una escena fascinante del día en que Cristo volverá glorioso, una escena del cielo. Tenemos el testimonio de Pedro, de primera fuente que nos habla sobre la transfiguración del Señor… Debemos hacer lo necesario para que nuestros tiempos, sean los que Dios sueña y quiere. Todos los tiempos son de Dios, pero con mayor razón nuestro propio tiempo, en que esperamos la redención de cada uno de los miembros de la Iglesia.
- La Transfiguración nos trae esperanzas: Una nota fuerte en las lecturas de esta semana que no sale en ninguna parte, pero que se avista a la primera lectura, es la cuota de esperanza que pone en nuestra vida. Cada vez que celebramos la Transfiguración del Señor, debemos saber que celebramos nuestra propia transfiguración, y eso debe alentarnos para seguir en el camino.
Agradezcamos al Señor en este fin de semana poder acercarnos a su Transfiguración, y vislumbrar de ese modo nuestro propio futuro junto a Él; así también, preparemos ese momento en que seamos transfigurados con el Señor. Amén.
3 comentarios:
muy bien
Lo has hecho muy bien Mónica, así puedes dejar comentarios
teni blog!!! wauuu, wena pero si la tecnología ya nos inunda.
oe ta genial, ahi voy pasar el dato ;)
jejje bueno saludos mil, muchas sonrisas y locuras para todo lo que se viene en la parroquiía, y caulquier cosa, en caso de porvenires, arriba el ánimo !!! jajaj :D
vamos q se puede
que Dios te bendiga
xauuuuuuu
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