sábado, junio 24, 2006

¿Qué imagen tengo de Dios?



Hola a todos:

Se han preguntado porqué las cosas no siempre son como las soñamos? A veces nos gustaría ser dioses de nuestra propia vida y de la de los demás, para hacerla según nuestro querer; sin embargo, la realidad es distinta, y tenemos dos opciones: rechazamos la realidad o la asumimos plenamente, apoyados en la fe.



12º Domingo del tiempo ordinario
25.06.06

Lecturas
Job 38, 1.8 – 11
2 Cor. 5, 14 – 17
Mc, 4, 35 – 40

En el ciclo de la liturgia del tiempo ordinario, llegamos al 12º domingo, en donde se nos planteará el tema de la fe, de cómo hemos dejado actuar a Dios en la vida, cómo se ha manifestado, en lo débil que a veces podemos encontrarnos en esa materia.
El libro de Job, nos habla sobre la vida y sufrimiento de un hombre “justo” a los ojos de todos, y que sin embargo vive experiencias extremas de sufrimiento (pérdida de su familia y bienes materiales entre otras cosas) que le llevarán a cuestionar la autoridad de Dios sobre la vida y la creación entera. En ese contexto, el breve texto de hoy en que vemos una de las respuestas de Dios a Job, quien tantas veces pidió ser admitido y escuchado de parte de Dios. Acá el Señor le cuestiona sobre quien ha hecho todo, sobre quien tiene autoridad en toda la creación, la tormenta, el mar... Muchas veces nosotros podemos ser Job, creyéndonos con autoridad para cuestionar los planes de Dios, queriendo torcer esa voluntad a nuestro antojo y querer.
La lectura de la segunda carta de Pablo a los Corintios quiere dejarnos bien en claro que debemos cultivar una relación con el Señor Jesús no solo como hombre, sino sobre todo con el Señor Resucitado. Es en el Señor Resucitado en quien el discípulo es nueva criatura; solo el Señor puede llevarnos a una profunda transformación de nuestras vidas cuando reconocemos ese Señorío. “Vivir para Dios”, esa es la invitación de Pablo.
El Evangelio de hoy tiene frases y palabras que es necesario que conozcamos su sentido para sacar provecho de la Palabra que se nos regala hoy. “Pasar a la otra orilla”, es la primera frase de Jesús en en Evangelio de hoy... ¿A qué se refería con esa invitación? A ir a la Decápolis, que, según la mentalidad judía de la época, era tierra pagana, lugar en donde habitaba por lo mismo, el demonio. Eso se refleja en la lectura de hoy, al oponerse las fuerzas cósmicas a que la barca llegue tranquila a tierra “pagana” con Jesús a bordo y los discípulos, para predicar allí la salvación de Dios. El texto es una clara enseñanza catequética para instruir a los nacientes discípulos del Señor sobre la valentía de predicar el evangelio en otras tierras, distintas de la propia, y en mostrar las oposiciones con que esa predicación se puede topar. La enseñanza es clara, el discípulo debe fortalecerse en al fe, no perder la paz, sino enfrentar con entereza las contrariedades de la vida. No se trata de que el Señor no intervenga en la vida del discípulo, sino mas bien en que el hombre de fe no se deja distraer por todas las luchas que debe dar a favor del Evangelio, más bien, es capaz de navegar en la barca - símbolo de la Iglesia - y madurar en ella con otros que también han decidido correr el riesgo de seguir al Señor. La autoridad y seguridad del Señor contrasta con la cobardía y poca fe de los discípulos; esta falta queda reflejada en las palabras del Señor al final del texto leído hoy. También, al escuchar esta explicación, nosotros, que nos decimos hombres y mujeres de fe, no podemos dejar de preguntarnos si no hemos estado constantemente despertando al Señor en el trayecto de nuestra historia para que calme las tempestades de nuestra vida. Como comunidad, junto con invocar su autoridad tambien nos reconocemos faltos de fe muchas veces. Debemos abandonarnos en las manos del Señor que guía nuestra barca.

Aprendizaje de la Palabra:
- Corregir la imagen de Dios que tenemos: Muchas veces en nuestra vida sentimos miedo frente a las “tempestades” que vivimos. Es en ese minuto cuando nos acordamos del Señor, le invocamos y queremos soluciones a nuestra medida, algo que satisfaga nuestro querer. Es ahí cuando, junto con pedir a Dios que “despierte”, que debemos preguntarnos qué imagen de Dios tenemos, porque el Dios cristiano no nos abandona jamás. El Dios cristiano es aquel al que rezamos “Hágase tu voluntad”, siempre, sea la condición que sea. No se trata de forzar al Señor, sino de lograr nosotros compenetrarnos con su querer, con su plan de salvación. El seguir y aceptar a Dios en la vida siempre será un riesgo que solo la fe podrá darle sentido y aceptación; y por eso mismo, aprender a abandonarse en los brazos de Dios, dando un salto cualitativo en el crecimiento interior.
- Aprender a vivir con Dios: Esto está relacionado abiertamente con lo que ya hemos dicho. En el cristianismo, ésta es una premisa que no podemos olvidar jamás. Solo quien descubra al Resucitado, podrá comprender su alrededor, su historia, su vida misma. Miedo y temor podremos tener muchas veces, pero iluminados por el Señor, siempre se disipará mucho mas fácilmente.

Pidamos al Señor este fin de semana el ser capaces de caminar a su luz, de acercarnos más abiertamente a su voluntad; de aceptar nuestra historia como una vivencia plagada de las gracias que el Señor nos ha ofrecido. Despertemos nosotros de nuestro profundo sueño, y entremos a navegar en el mar de la vida junto a Jesús. Amén.

3 comentarios:

Jaime Wiedman dijo...

Estimado Padre Cristian:

Que bueno su blog, donde compartir pensamientos y valores. Que dificil es poder olvidar el rencor, una vez escribí una experiencia que tuve con un sacerdote que siempre quizo tener discipulos. Se la comparto.

EL PESO EL RENCOR

El tema que hoy me gustaría compartir con Uds. es el del resentimiento. Una vez mi Profesor Jefe, que era Sacerdote Salesiano y que siempre quería que fuéramos mejores personas, nos pidió que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en clase, nos indicó que eligiéramos una papa por cada persona a la que guardábamos algún resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas.

Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y como mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mi.

Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila" sentimental. Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse. Me di cuenta que cuando me llenaba de resentimiento, aumentaba mi stress, no dormía bien y mi atención se dispersaba.

Perdonar y dejarlas ir me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu. La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando.

Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos.

El perdón es una expresión de amor.

El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo.

No significa que estés de acuerdo con lo que paso, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimo. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causan dolor o enojo.

La falta de perdón te ata a las personas con el resentimiento. Te tiene encadenado. La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes.

El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces la persona mas importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.

"La declaración del perdón es la clave para liberarte".

Practiquémoslo a diario y viajaremos por la vida sin cargas adicionales y aceptando a los que viven cerca nuestro, como son y como han sido con nosotros.

Un abrazo para todos…. y botemos nuestras papas a la basura.

Jaime M. Wiedman M.
Teléfono : 56-32-670011
Fax : 56-32-670010
Celular : 56-8-7689221
mail : jwiedman@nexxo.cl

Cristian dijo...

uffff:

Gracias Jaime por compartir tu testimonio. Perdonar es difícil, pero la vivencia de perdonar nos purifica y santifica en lo más profundo. Gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Cristián:

Gracias por leer mi blog, yo estoy recién viendo el tuyo.

A ver si nos ponemos como enlaces.

Suerte. Nos estamos hablando.

GONZALO