Domingo 19º del tiempo ordinario
13.08.06
Lecturas
1 Re. 19,1 – 8
Sal. 33
Ef. 4, 30 – 5, 2
Jn. 6, 41 – 51
Este fin de semana retomamos el Evangelio de Juan iniciado hace 15 días, para escuchar a Cristo que se nos muestra como Pan de Vida y quien tiene poder para dar la Vida Eterna. Escucharemos cómo Elías se alimenta de pan en el desierto para retomar fuerzas, como logra sobreponerse a la persecución y fortalecerse en el desierto para caminar. Pablo nos dará consejos muy claros respecto al trato con los demás.
La primera lectura, tomada del primer libro de los Reyes, nos narra la huida del profeta Elías al monte Horeb luego de que la reina Jezabel, quien defendía a un grupo de profetas que Elías había desenmascarado y acabado con ellos, le perseguía. Acá vemos al un Elías temeroso y huyendo de la mano de la reina, que le busca para matarlo; el profeta se muestra abatido: “¡Basta ya Señor!, ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!” Se acuesta y duerme. Es entonces cuando Dios se le manifiesta y le alimenta con pan y agua en el camino. Este pan y esa agua, le devuelven la vida al profeta abatido y deprimido. Es un signo de Dios para que se levante y camine, porque aún le queda mucho por andar. Así lo hizo el profeta y se fortaleció con ese alimento.
La segunda lectura de Pablo a los Efesios, nos habla de las cualidades del hombre nuevo, del hombre según el Espíritu de Dios. Se nos plantea una necesaria revisión de vida. El cristiano debe hacerla habitualmente, pero con mayor razón por el hecho de que tenemos el Espíritu de Dios en nuestra vida, que hemos recibido en el bautismo, que nos ha hecho nuevas criaturas. Las actitudes que acá se describen, van de la mano de acciones que no siempre están de acuerdo con ese Espíritu, aunque también nos da luces respecto de las actitudes que si debemos cultivar. El texto en si, no necesita más luz que la que ya tiene, se explica prácticamente solo.
El Evangelio de Juan (que tomaremos estas semanas) nos habla sobre el discurso del Pan de Vida, en que Jesús hablando a la multitud se les muestra como el Pan bajado del cielo. Las murmuraciones sobre su persona, comienzan inmediatamente, es por ello que Jesús les revela su identidad: Él no será como Moisés que les dio pan en el desierto, sino que Él mismo será el alimento que necesitan; Él será quien de la vida a quienes le coman. La necesidad de alimentarnos, es fundamental, y el discípulo debe descubrir esa necesidad: Está relacionada con la Vida Eterna.
Aprendizaje de la Palabra:
- Jesús es el Pan de Vida: La lectura del Evangelio es clarísima; el cristiano debe alimentarse con el Pan de Vida, que es Cristo. Cuando comulgamos, nos alimentamos más con el mismo Pan del cielo, con el Pan de Vida Eterna. Mantener una comunión con el Señor pasa por comulgar su Cuerpo, con la conciencia clara de que estamos recibiendo el Pan de Vida. Elías, como prefigurando lo que es la Eucaristía, se alimentó del pan que Dios le mandó desde el cielo, y pudo recobrar fuerzas para continuar adelante.
- El Espíritu de Dios nos libra del hombre viejo: San Pablo nos abre la puerta para mirar nuestra conciencia, nuestras acciones y actos que nos hacen criaturas libres a través del Espíritu Santo. El amor es la norma que prima ahora en las relaciones con los demás; manteniendo el perdón, la bondad y la compasión con todo el mundo.
Pidamos este fin de semana tener la gracia de alimentarnos sacramentalmente con el Pan de Vida, y que de ese modo andemos por caminos de santidad. Amén.
13.08.06
Lecturas
1 Re. 19,1 – 8
Sal. 33
Ef. 4, 30 – 5, 2
Jn. 6, 41 – 51
Este fin de semana retomamos el Evangelio de Juan iniciado hace 15 días, para escuchar a Cristo que se nos muestra como Pan de Vida y quien tiene poder para dar la Vida Eterna. Escucharemos cómo Elías se alimenta de pan en el desierto para retomar fuerzas, como logra sobreponerse a la persecución y fortalecerse en el desierto para caminar. Pablo nos dará consejos muy claros respecto al trato con los demás.
La primera lectura, tomada del primer libro de los Reyes, nos narra la huida del profeta Elías al monte Horeb luego de que la reina Jezabel, quien defendía a un grupo de profetas que Elías había desenmascarado y acabado con ellos, le perseguía. Acá vemos al un Elías temeroso y huyendo de la mano de la reina, que le busca para matarlo; el profeta se muestra abatido: “¡Basta ya Señor!, ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!” Se acuesta y duerme. Es entonces cuando Dios se le manifiesta y le alimenta con pan y agua en el camino. Este pan y esa agua, le devuelven la vida al profeta abatido y deprimido. Es un signo de Dios para que se levante y camine, porque aún le queda mucho por andar. Así lo hizo el profeta y se fortaleció con ese alimento.
La segunda lectura de Pablo a los Efesios, nos habla de las cualidades del hombre nuevo, del hombre según el Espíritu de Dios. Se nos plantea una necesaria revisión de vida. El cristiano debe hacerla habitualmente, pero con mayor razón por el hecho de que tenemos el Espíritu de Dios en nuestra vida, que hemos recibido en el bautismo, que nos ha hecho nuevas criaturas. Las actitudes que acá se describen, van de la mano de acciones que no siempre están de acuerdo con ese Espíritu, aunque también nos da luces respecto de las actitudes que si debemos cultivar. El texto en si, no necesita más luz que la que ya tiene, se explica prácticamente solo.
El Evangelio de Juan (que tomaremos estas semanas) nos habla sobre el discurso del Pan de Vida, en que Jesús hablando a la multitud se les muestra como el Pan bajado del cielo. Las murmuraciones sobre su persona, comienzan inmediatamente, es por ello que Jesús les revela su identidad: Él no será como Moisés que les dio pan en el desierto, sino que Él mismo será el alimento que necesitan; Él será quien de la vida a quienes le coman. La necesidad de alimentarnos, es fundamental, y el discípulo debe descubrir esa necesidad: Está relacionada con la Vida Eterna.
Aprendizaje de la Palabra:
- Jesús es el Pan de Vida: La lectura del Evangelio es clarísima; el cristiano debe alimentarse con el Pan de Vida, que es Cristo. Cuando comulgamos, nos alimentamos más con el mismo Pan del cielo, con el Pan de Vida Eterna. Mantener una comunión con el Señor pasa por comulgar su Cuerpo, con la conciencia clara de que estamos recibiendo el Pan de Vida. Elías, como prefigurando lo que es la Eucaristía, se alimentó del pan que Dios le mandó desde el cielo, y pudo recobrar fuerzas para continuar adelante.
- El Espíritu de Dios nos libra del hombre viejo: San Pablo nos abre la puerta para mirar nuestra conciencia, nuestras acciones y actos que nos hacen criaturas libres a través del Espíritu Santo. El amor es la norma que prima ahora en las relaciones con los demás; manteniendo el perdón, la bondad y la compasión con todo el mundo.
Pidamos este fin de semana tener la gracia de alimentarnos sacramentalmente con el Pan de Vida, y que de ese modo andemos por caminos de santidad. Amén.
1 comentario:
Linda homilia padre, cuantas veces y aún más en este mundo no nos hemos sentido o nos sentimos como Elias??...fracazados, desanimados queriendo morir??..pero ahí viene Jesús y nos anima y nos da la verdadera vida...y aún hoy nos envia sus ángeles para animarnos.
Que inmenso amor es el del Señor, El nos amo primero y estaremos siempre en deuda de amor...
Publicar un comentario