Domingo 16º del tiempo ordinario
23.07.06
23.07.06
Lecturas
Jr. 23, 1 – 6
Ef. 2, 13 – 18
Mc. 6, 30 – 34
Las lecturas de este fin de semana tienen una invitación importante a la intimidad con el Señor; también nos hablan sobre el rol del pastor de la comunidad. Ambas cosas tienen que ver con la vida de cada uno de nosotros. Si no tenemos cercanía con el Señor, no hay nada que valga la pena ni se entienda; si no vemos a pastores que nos guíen, difícilmente conoceremos el rostro de Dios.
La primera lectura del profeta Jeremías, nos habla de pastores malos, de un “resto” del pueblo que será reunido, de un descendiente de David que reunirá a todos. El texto en el libro está en medio de unas condenas a reyes y falsos profetas, por lo que podemos decir que los que les ha correspondido ser pastores (Autoridades y profetas), no han hecho bien su papel: han dispersado más que congregar, han desparramado mas que apacentar. Por ello, el Señor suscitará un descendiente (de un rey) de David que será pastor para todos. El pueblo tiene que dejarse apacentar también para no alejarse del Señor.
La segunda lectura de Pablo a los Efesios nos habla sobre algo tan antiguo en el mundo como el hombre: la separación que ponemos entre razas y culturas. En este trozo de la carta a los Efesios les habla sobre la reconciliación que Dios obró en Jesucristo entre los judíos y los “paganos” o griegos, haciendo de ellos un solo pueblo reconciliado en el cuerpo de Cristo. La paz es el principal beneficio de esta alianza en el Espíritu del Padre.
En el Evangelio, seguimos haciendo lectura casi continua de Marcos, en donde hemos leído las semanas anteriores que Jesús es rechazado por los suyos y se asombra de su falta de fe (14º domingo); la semana pasada Jesús envía a los discípulos a anunciar su mensaje de salvación humildemente (15º domingo); hoy, leemos el regreso de esos discípulos enviados, y son invitados a pasar un tiempo a solas con Jesús para descansar juntos, sin embargo, las gente se agolpa para verles y escucharles. Jesús, al ver la multitud, se compadece, porque estaban como ovejas sin pastor. Y les enseña un largo rato – dice el texto-. El texto continúa con una multiplicación de panes, que hoy no alcanzamos a leer en la liturgia. Pero ya con los antecedentes que tenemos, podemos afirmar la necesidad de la multitud de Dios, ¿y quién no lo necesita? Los discípulos necesitan ese rato de intimidad con Jesús, la multitud necesitan claridad respecto de alguien que les hable del reino, ya que los dirigentes judíos no han sido capaces de comunicar a Dios con el pueblo.
Aprendizaje de la Palabra:
- Unidad en torno a Dios: Las lecturas tienen como punto común, la unidad, el reunirse en torno a Dios. Así lo plantea Jeremías (“Yo mismo reuniré a mis ovejas…”); así lo plantea Pablo a la comunidad de Corinto (“El ha unido a los dos pueblos en uno solo…”); y el Evangelio nos habla de que la multitud se congregaba en torno a Jesús, quien les enseñaba compadecido de verlos como ovejas sin pastor. La unidad es la clave en todo ámbito de vida para realizarnos como sociedad; con mayor razón en torno a la persona del Señor Jesús en la Iglesia. Debemos luchar por lograr esa unidad, solo de ese modo podremos construir verdaderamente una comunidad de vida.
- Unidad en torno a los pastores buenos: Leemos este fin de semana que hay pastores que no son buenos; a más de alguno conocemos hoy. Pero el real peligro está en alejarse de los verdaderos y buenos pastores que hay en nuestra Iglesia. De los pastores malos, el Señor pedirá cuentas; nosotros sencillamente estamos llamados a seguir a Jesús, de quien los pastores son los cuidadores de su rebaño.
- Cercanía con el Señor Pastor: Una propuesta de intimidad con el Señor que es nuestro pastor nos llevará por buen camino. El católico debe centrar su vida en este “descansar” del que habla el Evangelio, el acercarse y buscar al Señor para prepararse a enfrentar el mundo en el que nos toca vivir. Sin el Señor, andaremos errantes, “como ovejas sin pastor”; y el Señor quiere pastorearnos a través de su Iglesia.
Pidamos este fin de semana poder acercarnos a su persona, dejarnos pastorear, que no es siempre fácil, aprender a reconocer a nuestro pastor en medio de las dificultades y vivir como un solo cuerpo, como el Cuerpo de Cristo (Iglesia) en torno a un solo pastor. Amén.
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