14º domingo del tiempo ordinario
09.07.06
Lecturas
Ez. 2, 2 – 5
Sal. 122
2 Cor. 12, 7 – 10
Mc. 6, 1 – 6 a
“No hay pero ciego que el que no quiere ver, ni sordo, que el que no quiere escuchar”, dice un famoso refrán. Esto hoy lo podemos aplicar a las lecturas de este fin de semana, porque la crítica del Dios a través del profeta Ezequiel en la primera lectura, y la de Jesús en el Evangelio de Marco, nos muestran esa realidad: lo lejano que podemos estar de lo que Dios quiere para nosotros.
En la primera lectura, tomada del profeta Ezequiel, nos habla de una crítica y advertencia de parte de Dios para con el ministerio que deberá enfrentar: un pueblo revelde y duro de corazón, que se ha sublevado contra Dios. Allí, en medio de esas dificultades, el profeta debe realizar su ministerio. Sin hablar directamente de la vocación del profeta, el texto nos quiere llevar hasta allá…¿Quién es el profeta? El que actúa en medio del mundo (Yo te envío…), hablando de parte de Dios (Un Espíritu entró en mi…), aún en medio de las dificultades para anunciar esas palabras del Señor (Son hombres obstinados y de corazón endurecido) a tiempo y a destiempo (Y sea que escuchen, o se nieguen a hacerlo).
San Pablo, en la segunda carta a la comunidad de Corinto, les habla sobre parte de su vida, de la debilidad que lleva en su carne, de cómo en su oración, Dios le ha consolado para hacer de ella su fortaleza: Pablo ha debido aprender a apoyarse en la gracia de Dios, allí está su fortaleza, cuando se abandona a la gracia de Cristo puede salir airoso en las dificualtades. En su vida y ministerio, Pablo experimenta sus debilidades, pero esto no es freno para que deje de anunciar a Cristo Resucitado.
El Evangelio de Marco nos habla hoy sobre una estadía de Jesús en su pueblo (Nazaret), y de la falta de fe de los habitantes de este lugar, que se cuestionan con incredulidad sobre el orígen de Jesús ¿De donde le viene esta sabiduría?, ¿No es acaso el carpintero? etc. “y Jesús era para ellos, motivo de escándalo”. La enseñanza viene de la mano del ser profeta, que no es escuchado en medio de los suyos. “Y él se fue sorprendido de su falta de fe”. Con esas duras palabras, finaliza el evangelio de hoy. No deja de ser fuerte esas palabras, que bien podemos hoy sentirlas cuando miramos a nuestro alrededor.
Aprendizaje de la Palabra:
- Debemos ser profetas del mundo de hoy: Cuando leemos el texto de Ezequiel, sobre la advertencia del Señor respecto del pueblo al que debe hablarle, uno podría pensar que el profeta pudo haber flaqueado en su misión; sin embargo, bien sabemos que no fue así, al contrario, asumió ese camino con todas sus consecuencias. Hoy, nosotros estamos llamados a ser profetas, y reconocer nuestra vocación. Por el bautismo, todos hemos sido constituidos en profetas, y aunque la audiencia a la que hablamos no escuche, no por eso tenemos que dejar de ser profetas. La verdadera vocación profética que tenemos, está afirmada en nuestro seguimiento del Señor Jesús, que nos da la fuerza, tal como a Pablo, que no se deja llevar por la debilidad de su humanidad, sino que encuentra en ella su fortaleza.
- Mirar con mas cuidado a nuestro alrededor: Uno de los puntos del Evangelio que no podemos pasar por alto, es el hecho de que la gente de Nazaret no es capaz de mirar más allá del origen de Jesús, y no se dan cuenta de quien se trata, porque no reconocen sus obras por la falta de fe. El no tener fe, definitivamente nos pone ciegos, no nos deja ver mas allá de nuestros sentidos, y nos limita al reconocer verdaderamente al Señor. Acá hay una nueva razón para creer: Esto, nos capacita para reconocer la presencia de Jesús en nuestra historia, además de alcanzarnos la salvación.
- Nuestra fortaleza, es la debilidad: En Jesús Pablo se explica sus debilidades, allí las fortalece y acepta como parte de su cruz. Hoy, que nosotros arrancamos muchas veces de ellas, miremos a Pablo y pidamos esa fe también.
Cuando iniciemos esta semana, no dejemos de tratar de ver más allá de las apariencias, de escuchar a nuestro alrededor para descubrir la mirada de Dios, la voz de Dios a nuestro alrededor. Eso nos ayudará para caminar más seguros en este seguimiento del Señor. Amén.
sábado, julio 08, 2006
No hay ciegos mas grandes que los que no quieren ver
Al leer las Palabras de la Misa de este fin de semana, no dejo de cuestionarme cuantas veces yo he sido como los habitantes de Nazaret que describe el Evangelio. Sin embargo, me consolaron las palabras de Pablo. A ver cómo les va a uds.
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