jueves, septiembre 07, 2006

¿Hacia dónde camina Chile?

Hace días que tenía ganas de postear respecto de este tema que está remeciendo a Chile; aún no lo haré, espero escribir con calma algo mas adelante. Por el momento, les dejo la declaración que sacó la Conferencia Episcopal de Chile respecto de la píldora del día después.

Ref. Cech Nº 325 / 2006

¿Hacia dónde camina Chile?

I. Entrega de las “Normas”

El Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile recibió el sábado 2 de septiembre, de manos de la Sra. Ministra de Salud, el documento titulado “Normas nacionales para la regulación de la fertilidad”. Ese mismo día, ella anunció públicamente una de las medidas contempladas en esta normativa: la distribución de la llamada “píldora del día después” en los consultorios a las menores de 14 años que la solicitaran.

A través de distintos medios de comunicación se han conocido opiniones diversas de personas, instituciones, partidos políticos y sectores culturales, en relación a este compuesto, considerado por las autoridades públicas un “anticonceptivo de emergencia”. Los Obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, al igual que importante parte del cuerpo médico y científico del país, constatamos que son numerosas las instancias científicas que consideran que este compuesto puede tener efectos abortivos en alguno de sus niveles de acción; que su distribución puede revestir un atentado contra la vida que se inicia desde el instante mismo de la concepción. Esta medida, sin embargo, es sólo una de las comprendidas en la nueva normativa del Ministerio.

II. Llamado a estudiar las “Normas”

Consideramos de la mayor importancia toda norma en este ámbito, y por esto invitamos a todos a reflexionar sobre ellas a la luz de la naturaleza y la dignidad del ser humano.

Como pastores nos corresponde oír la opinión experta y fundada de los fieles laicos, sus comunidades y organizaciones. Estamos pidiendo a las Comisiones del episcopado e instituciones de Iglesia, a las Universidades Católicas y centros de pensamiento, y a otros expertos, un análisis exhaustivo de esta normativa. Queremos entregar a las familias, a la sociedad en su conjunto y a sus autoridades, un juicio profundo sobre estas “Normas”, acogiendo las miradas científica, social, jurídica, ética y moral, para comprender mejor los criterios planteados y los efectos dañinos de las Normas y considerar las acciones pertinentes con el fin de revertir dichas consecuencias negativas.

III. Valoración del Comité Permanente del Episcopado de Chile

Sin perjuicio de lo anterior, quisiéramos decir una primera palabra acerca de estas “Normas”.

No son éstas las políticas que los pastores esperábamos como buenos anuncios en el mes de la patria. No es éste el camino para el Chile que se apresta a celebrar su Bicentenario. Esperábamos buenas noticias en el ámbito de la justicia social y de la educación. Este camino escogido nos decepciona.


Nos parece necesario optar por la dignidad de la mujer, por lograr que su misión en la sociedad sea plenamente valorada, acabando con la discriminación social y económica que sufre, y con toda violencia intrafamiliar. Nos parece necesario asimismo insistir en la corresponsabilidad del varón en su relación con la mujer y con los hijos. Sin embargo, la opción por promover para esto la anticoncepción no es el camino adecuado; menos aún cuando conduce al ocaso de la maternidad.

El documento establece ciertas disposiciones para todo el país que no fueron sujetas a consultas ciudadanas o participación parlamentaria. Establecer “Normas” para “regular” la fertilidad debiera ser objeto de una discusión amplia y no una acción unilateral del Ministerio de Salud, en cuya elaboración colaboraron solamente dos organizaciones representativas de una determinada tendencia ideológica.

El documento normativo recuerda a políticas públicas fijadas en regímenes totalitarios que pretendían desde el Estado regular la vida íntima de las personas en función de criterios autoritarios, no consensuados, y reñidos con el respeto a la dignidad de la persona humana.

Estas Normas acogen realidades deplorables en el campo de la sexualidad. Y el Estado se dispone a facilitar, prescindiendo de los padres, las fórmulas –también las con riesgo abortivo- que promueven estas conductas.

A los jóvenes se les habla de libertad, pero de una libertad sin responsabilidades. Y a los padres se les priva de su sagrada obligación de educar, orientar y acompañar la vida de sus hijos en los momentos más aflictivos de su vida adolescente.

Los pastores levantamos hoy nuestra voz en favor de la dignidad de la vida, porque lo sentimos un imperativo moral irrenunciable. Lo hicimos en una época cuando se perseguía y se amenazaba la vida de los adversarios políticos, invocando equivocadamente fundamentos acerca del bienestar social. Lo hacemos hoy, cuando se margina a la familia, se facilita el quiebre de las relaciones intrafamiliares y a veces se cierra la puerta a los niños concebidos y por nacer.

Nuestras familias no merecen las “Normas nacionales sobre regulación de la fertilidad” emanadas del gobierno de Chile. Estamos con todas las familias que día a día hacen patria a pesar de tantas dificultades. Extendemos a los padres, hijos y abuelos nuestro especial afecto en esta hora. A todos los que trabajan y luchan por la vida, les animamos a continuar, sin descanso, en este propósito.

El Chile que anhelamos para el Bicentenario es aquel donde no hay discriminación contra la mujer; es aquel en el que no decrece la natalidad, convirtiéndonos en un país con pocos niños; es aquel donde las brechas sociales se cierren de modo que todos tengan derecho a nacer, sin importar el medio socioeconómico donde han sido concebidos. Es nuestra responsabilidad, como miembros de una sociedad, asegurar el desarrollo de la familia y de sus hijos, y no impedir que algunos no lleguen a nacer porque las injusticias les auguran un mal futuro. Ese futuro justo, equitativo y solidario lo podremos construir con miradas integrales, con valores humanos que respeten y promuevan la dignidad de las personas, y no con meras medidas de “emergencia”. Los creyentes en Cristo tienen una palabra que decir al respecto.

No podemos desalentarnos ni resignarnos frente a una política equivocada. Por eso queremos invitar a nuestros hermanos sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y demás personas de buena voluntad, a informar y formar a las personas en su adhesión a la vida y a la promoción de la familia chilena, sobre todo con ocasión del aniversario de nuestra Independencia.

11. Encomendamos estas intenciones a Nuestra Señora del Carmen, Patrona de este Chile que formamos todos sus hijos, también los que han partido y aquéllos que tienen el sagrado derecho a nacer en esta tierra.


EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE



† Alejandro Goic Karmelic † Francisco Javier Errázuriz Ossa Obispo de Rancagua Cardenal Arzobispo de Santiago
Presidente


† Cristián Contreras Molina † Cristián Contreras Villarroel
Obispo de San Felipe Obispo Auxiliar de Santiago
Sustituto Secretario General



Santiago, 7 de septiembre de 2006

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Padre Cristian esa es la misma pregunta que me inquieta muchisimo.Amo a mi pais pero me desconcierta el giro de rechazo a los valores morales y atropello a el derecho fundamental de la vida. Hasta cuando la sexualidad sera solo un mero pasatiempo y no un verdadero compromiso de amor. Estamos incitando la promiscuidad sexual entre niños, ahora ya es 14 años luego ¿sera 12? y la familia, al margen?... Como catequista debo estar muy bien informada sobre lo que mis pastores opinan al respecto, dada la responsaabilidad de mi mision

Anónimo dijo...

Qué bueno que hayas puesto la declaración de la Conferencia Episcopal. Me parece que tienen el derecho de expresar su parecer...pero no de descalificar al Gobierno comparándolo con "regímenes totalitarios".

¿Son todos católicos en Chile? No. Entonces, ¿por qué imponer los valores católicos a todos los chilenos? Puede aconsejar, es cierto...pero no imponer. El Gobierno presenta elementos para que las personas, en su individualidad, decidan conforme a sus creencias.

Y lo de comparar este asunto con la defensa de los Derechos Humanos en Dictadura me parece un poco exagerado; de partida, porque hubo prelados católicos que no estuvieron ni ahí con defender los Derechos Humanos (fue una minoría).

Si hay padres que no son capaces de educar a sus hijos, alguien debe de hacerse cargo de suplir esa carencia.

Saludos cordiales.

Cristian dijo...

Por lo sensible de este tema, creo que se merece un comentario en la entrada.
ANONIMO: Me preocupa lo mismo... ¿hacia dónde vamos como país?, ¿porqué no aplicar la "pastilla del día antes"?, o sea, educar mas que dar soluciones de emergencia. Se trata efectivamente de Amor.
LUIS: Los valores del Evangelio trascienden el cristianismo, son valores del ser humano, y por tanto, universales. La defensa de la vida, siempre será un tema que la Iglesia, inserta en el mundo, debe alzar la voz. La declaración es muy fuerte, pero clara. Si no se habla así, seríamos una Iglesia que predica otra cosa, no a Jesucristo. ¿Quien te dice a ti que esta pastilla no es abortiva?, ¿quién te dice que no se va a mal utilizar el tema de la pastilla, abusando de ella en libertinaje? Hay que educar, pero con amor y valores claros, y la Iglesia también lo hace, así como el gobierno también pretende hacerlo. No es extraño que aún dentro de la Concertación el tema cause divisiones. Gracias por tu visita y aporte.